Nuestra intimidad, ¿la respetamos nosotros?

Cuando se habla de poner cámaras en las calles o otros lugares públicos, este tema siempre levanta mucha controversia. Son numerosas las veces que se levantan en contra clamando porque no se respeta nuestra intimidad y otras que en cambio opinan que es mejor dejar de lado parte de nuestro derecho a la privacidad en pro de la seguridad.

Estos dos puntos de vista nunca se pondrán de acuerdo y quien acaba ganando siempre es el poder, los ayuntamientos que deciden poder cámaras en determinada zona “por nuestra seguridad”. Los que protestan, acaban dejando sus protestas cuando ya no hay nada que hacer y se ponen con otra cosa.

Ante esto yo me pregunto, nos preocupa que el estado invada nuestra intimidad pero en cambio nosotros vamos dejando rastros de nuestra vida por Internet y eso también es intimidad.  Las nuevas redes sociales: Facebook, Tuenti, Fotolog, My Space, Twitter, Flickr, Messenger, chats… son beneficiosos para nuestras relaciones personales y el contacto con los que no tenemos cerca todos los días, pero también son una arma de doble filo. Con ellos vamos dejando rastro de nuestros datos personales, qué hacemos, cómo lo hacemos y con quién lo hacemos,…siempre que lo expliquemos, claro.  No nos paramos a pensar pero cada vez que publicamos una foto (o publica otro una foto en la que aparecemos) o damos datos de donde vamos o pensamos ir, estamos desvelando nuestra intimidad. Además los receptores de lo que contamos, sobretodo en la redes sociales, son la mayoría de veces “conocidos” a los que por algún motivo los agregamos o nos agregaron (sabe mal decir que no) porque hemos coincidido con ellos en clase o en el trabajo en un tiempo determinado de nuestras vidas. Si contáramos de entre todos nuestros “amigos virtuales” con cuantos de ellos  nos hemos tomado un café en el último año, seguro no nos saldrían más de diez. En cambio a todos ellos les enseñamos las fotos de nuestro viaje del pasado verano.

No digo que esto esté mal -que cada uno haga con su vida lo que quiera- pero que cuando nos planteemos quién invade nuestra intimidad no pensemos solo en las cámaras de seguridad o en los hackers, también en nosotros mismos.a

Laura Castel

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